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Carlos y su esposa María estaban disfrutando sus alimentos cuando ella le platicó que pensaba acudir por la tarde a la cerrajería ya que necesitaban obtener una copia de la llave que abre la puerta principal de su casa.

—¿Vas a ir con Don Pepe? —le preguntó Carlos. Don Pepe era el cerrajero más cercano.
—¡Ay no! —respondió ella— ya no voy a esa cerrajería.
—¿Por qué?
—Porque el muchacho que atiende siempre está distraído con su celular y cuando llega un cliente pone cara de molestia. Por si fuera poco, es de muy mala calidad su trabajo, fíjate, las dos últimas veces que nos han hecho trabajos, las llaves no abren y tengo que regresar hasta dos veces para que las dejen bien. Por eso ya mejor voy a la cerrajería de don Pancho, está más lejos, pero tiene mejor servicio.

Carlos asintió con la cabeza y lamentó mucho haber escuchado eso porque el negocio de Don Pepe era de los antiguos del barrio además de que también era amigo de su padre y había cierto grado de estimación.

Por la tarde de ese mismo día, cuando Carlos se dirigía a su trabajo se encontró con Don Pepe, se saludaron y empezaron a platicar. El cerrajero le externó su preocupación ya que su negocio estaba pasando por una racha difícil pues tenía poca clientela y le pidió a Carlos que elevara una oración para que Dios le ayudara a mejorar su situación.

-Cuente con ello Don Pepe —exclamó Carlos— aunque me parece que también hay que ayudarle un poco a Dios.

El cerrajero lo miró extrañado.
—¿Ayudarle a Dios? ¿A qué te refieres?
—Me refiero a que hay que revisar algunas cosas elementales que debe tener cualquier negocio, entre ellas, la calidad de la atención del personal hacia los clientes y la calidad del producto o servicio que otorga.

Como Carlos percibió que los conceptos mencionados no le quedaban claros al cerrajero, le contó a detalle la experiencia que le había compartido María y hasta entonces Don Pepe entendió la situación.

—¡Vaya! ¡Ahora caigo en cuenta! —le dijo el cerrajero— y yo que le estaba echando la culpa a la pandemia y a la situación económica del país. Mucha gente le pedimos a Dios que nos ayude a resolver una necesidad, pero no nos ponemos a pensar que la solución la tenemos en nuestras manos. Te agradezco y te aseguro que de inmediato me pondré a trabajar para darle una pequeña ayuda para Dios.

Fermín Felipe Olalde Balderas
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas

Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

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