Era el invierno de 1974. Yo tenía diez años de edad.
Para nosotros no era extraño que mi papá trabajara en días festivos, así es que ya nos habíamos hecho de la idea de que esa Navidad la pasaríamos en casa únicamente mi mamá, mi hermana y yo.
Cuando mi mamá nos comentó que mi tía Margarita —su hermana— nos invitaba a pasar la Noche Buena con su familia a mí me dio mucho gusto porque era muy agradable convivir con mis primos y primas.
Recuerdo que esa Noche Buena, antes de que empezara la convivencia familiar, mi tío Pancho, mis primos Javier y Rafael y yo nos reunimos en una pequeña habitación y me mostraron un juego didáctico.
Era un tablero rectangular de unos ochenta centímetros de largo que simulaba el control de mando de una nave espacial y sobre éste había infinidad de circuitos electrónicos los cuales tenían que conectarse siguiendo un instructivo. Si lo hacías correctamente…¡Se escuchaba la radio! Sí, era maravilloso.
Ese día, los cuatro logramos la hazaña. Ese día no solo hicimos una conexión de circuitos, también de almas.
Mas tarde rezamos y luego cenamos. Para ser sincero no recuerdo qué cenamos ni como íbamos vestidos ese día. Para un niño de diez años lo que realmente deja huella en el corazón es lo que siente y ese día nos sentíamos amados. Eso era lo relevante.
Luego empezó la noche bohemia. Recuerdo a mi tío Pancho tocando la guitarra y cantando a dúo con mi mamá mientras mi tía y nosotros —toda la chiquillada— los escuchábamos atentos.
Ese día aprendí que lo importante de la Navidad no es lo que vayas a vestir o a cenar, ni los adornos, ni los regalos, ni siquiera los rezos en si mismos. Lo importante es que Jesús nazca en nuestros corazones, que se refleje su presencia en el amor entre los integrantes de la familia y que permanezca ahí todos los días del año.
Es disfrutar la presencia de quienes nos reunamos este día, porque la verdad es que no somos eternos y no sé, pero tal vez alguno de los niños que asistirán a esa reunión, dentro de cincuenta años estará escribiendo algo como lo que escribo ahora.
Y para quienes les toque laborar en esas fechas —médicos, enfermeras y otras profesiones u oficios de servicio, como fue el caso de mi papá en aquel tiempo— les aseguro que recibirán un sinfín de bendiciones porque no hay mayor muestra de amor que dar la vida por sus semejantes. Y dar su tiempo y su trabajo, es dar su vida.
Y para quienes vayan a pasar esas fechas solitos(as) deseo sinceramente que sientan el abrazo y la presencia de nuestro Padre Celestial porque como dijo Santa Teresa de Jesús: “Quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta”.
Sea de una u otra forma, mi deseo es que todos tengamos una Navidad inolvidable.
0
0
votos
Calificar la publicación
Conectar con
I allow to create an account
When you login first time using a Social Login button, we collect your account public profile information shared by Social Login provider, based on your privacy settings. We also get your email address to automatically create an account for you in our website. Once your account is created, you'll be logged-in to this account.
DiscreparAceptar
Conectar con
I allow to create an account
When you login first time using a Social Login button, we collect your account public profile information shared by Social Login provider, based on your privacy settings. We also get your email address to automatically create an account for you in our website. Once your account is created, you'll be logged-in to this account.
DiscreparAceptar
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios