Son varias las actividades que tienen un efecto terapéutico en mí, una de ellas es escribir, otra es atender nuestras flores y plantas.
Cada mañana, después de levantarme y darle gracias a Dios por un nuevo día, mi primera actividad es barrer el patio de nuestra casa ya que el árbol tabachín que se encuentra en el centro, suelta una gran cantidad de hojas y ramas. También riego las plantas y les quito las hojas secas mientras disfruto del tibio sol de la mañana y del hermoso cantar de los pájaros.
Durante el tiempo que llevo realizando esta actividad he aprendido a conocer cada especie. Hay unas plantas que son muy resistentes. Otras, frágiles, sensibles. Unas florecen de forma permanente mientras que otras lo hacen solo en ciertos periodos.
Hay un pequeño árbol que se encuentra junto al tabachín y que siempre ha llamado mi atención. Durante el otoño empieza a perder sus hojas hasta quedar totalmente “peloncito”.
A principios del mes de diciembre mi esposa y yo estábamos en el patio y al ver ese arbolito ella me preguntó:
—¿Ya se secó?
—No —respondí—, solo está durmiendo.
Y sí, es una característica muy especial de ese árbol: hiberna.
Otro día, pero ya de este mes de enero, salí como todas las mañanas a barrer el patio y de pronto observé que había algo especial en ese pequeño árbol. Fui a buscar a mi esposa y le dije:
—¿Quieres ver una maravilla de la creación?
Ella asintió sonriendo, salimos al patio y le mostré el árbol que aparentaba ser solo un cúmulo de ramas secas.
Ella se acercó a él y exclamó:
—¡Wow! ¡Está empezando a florecer!
Nos llenamos de alegría. En efecto, en algunas de sus ramas empezaron a brotar pequeñas hojas color marrón de apenas unos cinco milímetros de diámetro.
—¡Y deja que llegue la primavera! —completé— Ya verás que se va a poner hermoso.
Si lo analizas bien, así como las plantas, sucede con las personas. Cada una tan diferente.
Algunas son más resistentes y otras, frágiles, sensibles. Unas florecen casi permanentemente y otras, por temporadas.
Y a veces, hay personas que aparentan ser solo un manojo de ramas secas, pero en el momento menos pensado empiezan a florecer y resulta que aquello que parecía estar muerto, solo estaba durmiendo.
Lo que me parece más maravilloso es que Dios te conoce bien y te ama con tus características muy particulares. Te tiene paciencia, nunca te deja de cuidar porque sabe que, en el momento menos pensado, florecerás, no solo en lo exterior, principalmente en tu interior.
Y entonces te darás cuenta, que tú eres una maravilla de la creación.
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