—¡Qué tal compadre! ¿Me andabas buscando? —Preguntó José.
—Sí, quiero platicar contigo —Respondió Manuel— Mira, yo he visto que tú y tu familia han ido progresando económicamente y pues quiero saber cómo le hacen porque yo no he podido lograr nada.
—Con mucho gusto compa —exclamó José— te voy a platicar cómo le hacemos, pero con pesos y centavos ¿sale?
Su amigo asintió con la cabeza.
—Mira, lo primero que hay que hacer es trabajar para tener ingresos. Yo soy obrero y gano 1,200 pesos libres a la semana, trato de no faltar a mi trabajo y de ganarme los incentivos que ofrezca la planta. Luego, al recibir mi salario, lo primero que hago es ahorrar.
—¿Ahorrar? —Replicó Manuel— a poco te alcanza para ahorrar.
—Sí, al menos un 5% de lo que gano lo ahorro: 60 pesos a la semana, entonces me hago a la idea de que mi sueldo no es de 1,200 sino de 1,140 y ahora sí, empiezo a repartirlos. Mucha gente comete el error de querer ahorrar lo que le sobre, yo ahorro antes de gastar porque si no, no me sobra nada. Luego, tu comadre y yo, nos sentamos a definir cuánto vamos a destinar para la comida de la semana y la parte proporcional que separaremos para los servicios de luz, agua y gas. Y así, para el resto de los gastos de la familia. Finalmente, apartamos para dar el abono para la Caja. Una práctica que nos ha dado resultado es que, si adquirimos una deuda, el abono más los intereses no debe representar más de un 30% de lo que gano, es decir, 360 a la semana, por lo tanto, mis deudas no son muy grandes.
Manuel escuchaba con atención.
—Nuestra casa es propia porque empezamos comprando el terreno y luego hemos ido construyendo poco a poco a través de obtener créditos por montos hasta donde alcanzamos a pagar.
—Híjole —exclamó Manuel— pues sí que mi comadre hace milagros con lo que le queda para el gasto.
—La verdad que sí, —reconoció José— ella misma prepara la comida y administra lo que le doy, pero aparte les tuvimos que enseñar a nuestros hijos a que no desperdicien nada; comida, luz, agua, gas y en general todas las cosas que se utilizan en la casa y así, gracias a Dios, con mucho sacrificio y poco a poquito es que hemos salido adelante. Como verás, no podemos darnos el lujo de endeudarnos mucho, ni tener a nuestros hijos en escuela de paga ni salir a comer a restaurantes.
—Oye compadre —le dijo Manuel— pero ¿y tú? ¿No te echas de vez en cuando una parranda pa´ distraerte?
—¡Uh compadre! Ves el temblor y no te hincas. Si yo le destinara dinero a comprar alcohol o cigarros o contratar servicios sexuales menos me alcanza.
Manuel quedó reflexivo. Entendía bien lo que se necesitaba para progresar, ahora solo le quedaba la duda de si tendría el valor para hacerlo.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

