—¡Maldito encierro! —se quejó el padre de familia frente a su esposa y sus hijos. Ya llevaban tres meses confinados en casa, por la pandemia— ¡Ya estoy harto! ¡Pero qué mala suerte nos tocó al vivir en esta época!
Su familia solo lo miraba atemorizada por sus arrebatos de ira, entonces su hija mayor se acercó a él.
—Ten papá, espero que al leerlo se te haga menos pesada la cuarentena —le dijo entregándole un libro.
El hombre, lo recibió de mala gana y lo empezó a leer:
“Entre los años de 1939 y 1945, en la época de la segunda guerra mundial, vivieron en Europa miles de personas de origen judío una de las experiencias más terribles de la historia: el holocausto.
Estuvieron confinados, no meses, sino años obligatoriamente en campos de concentración conviviendo con gente extraña, separados de sus familias.
Realizaban trabajos forzados, sin paga y eran golpeados salvajemente a cada momento. Hubo personas que murieron por ello. Su alimento consistía en una sola ración de sopa en todo el día, la cual no contaba con las calorías mínimas requeridas para soportar el trabajo pesado al que eran sometidos. Los desnudaban por completo y cuando les asignaban su uniforme y su calzado, la mayoría de las veces no era de su talla. Su calzado era de madera, por lo tanto, sufrían de ampollas o lesiones en sus pies.
Por el solo hecho de llegar a los campos de concentración sus posibilidades de salir con vida eran mínimas. A diario se contagiaban de piojos, garrapatas, difteria y otras enfermedades producto del hacinamiento. Finalmente, fueron millones de personas las que murieron en las cámaras de gas”
Cuando el papá terminó de leer el libro, reunió a su familia y se disculpó ya que entendió que a pesar de todo lo que estaban sufriendo seguían siendo bendecidos.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

