Todos, en algún momento de nuestra vida hemos recibido un milagro. La vida misma lo es. Pero es interesante identificar los factores que influyen para obtenerlo. Conocerlos sirve no solo para cuando necesitamos resolver un problema, sino también para cuando deseamos lograr un proyecto o una meta. Hoy los analizaremos a la luz de uno de los milagros narrados en el evangelio.
En la época de Jesús, un centurión era un oficial del ejército romano que comandaba una centuria, es decir a un grupo de cien soldados. No era considerado como parte del pueblo elegido y generalmente era rechazado por los judíos porque representaba la opresión de Roma.
Pues resulta que un día, un centurión que tenía enfermo de muerte a su criado a quien estimaba mucho1 escuchó hablar de Jesús y acudió a Él 2 para rogarle 3 que curara a su criado.
Jesús le respondió: “Yo iré y lo curaré” y le replicó el centurión: “Señor, no soy digno de que Tú entres en mi casa3, pero mándalo con tu palabra y quedará curado mi criado4. Jesús mostró grande admiración por aquel hombre y dijo a los que lo seguían: “En verdad os digo, que ni aún en medio de Israel he hallado fe tan grande” y le dijo al centurión: “Vete y que suceda conforme has creído”. Cuando el centurión regresó a su casa, su sirviente había sanado.
Así pues, un milagro se obtiene cuando:
1Lo que pides es motivado por el amor.
2Te pones en acción para lograrlo.
3Eres humilde para pedirlo.
4Tienes una fe tan grande para creer hasta lo que parece imposible.
Ahora que, si el milagro no se realiza, puede ser que sea porque no conviene. Ya lo dice una frase: “Los SÍ de Dios, te bendicen. Los NO de Dios, te protegen”.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

