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Esa mañana fui el primero en llegar al aula donde se llevaría a cabo la séptima de diez sesiones que formaban parte de un diplomado.

Elegí sentarme en uno de los pupitres de adelante y observé que en el pizarrón estaba escrito: “Temas de hoy: Perseverancia y Tolerancia a la frustración”

A los pocos minutos llegó el expositor y me saludó amablemente. Lo reconocí. Ya antes nos había impartido capacitación y me gustaba su estilo. Además de ser una persona muy preparada, solía combinar sus exposiciones con actividades lúdicas.

Poco a poco fueron llegado mis compañeros de aula y con una puntualidad extraordinaria a la hora programada el expositor empezó a impartir el tema.

Después de unos minutos de introducción exclamó:

—Les pido su disposición para realizar una dinámica.

Todos asentimos con la cabeza.

—Les voy a pedir de favor que en esta hoja dibujen un avión —dijo mientras recorría las filas de pupitres entregándonos sendas hojas de papel en blanco y algunos lápices de colores.

Contarán con un tiempo máximo de quince minutos para lograr su objetivo así es que traten de hacerlo lo más rápido y lo mejor posible ¿de acuerdo?

Volvimos a asentir.

—Bien, pueden iniciar ahora —dijo a la vez que activaba su cronómetro.

El aula se sumió en un silencio absoluto, cada “alumno” nos enfocamos a dibujar.

Habían pasado unos cinco o siete minutos cuando el expositor empezó a pasearse por entre las filas de pupitres observando nuestros avances.

—Ese no parece un avión, parece un zapato. —le dijo a uno de los alumnos ante la mirada atónita de éste y tomando la hoja la hizo “bolita” y la arrojó al cesto de la basura a la vez que le entregaba una hoja en limpio— vuelve a empezar, aún hay tiempo.

Los demás nos quedamos boquiabiertos. Yo no esperaba ese proceder por parte del expositor y no me imaginaba que “la fiesta” apenas estaba iniciando.

Se detuvo junto a otro de los incipientes dibujantes y le hizo lo mismo. Y con otro igual. Y otro. Ningún dibujo le gustaba.

Cuando pasó junto a mí, yo casi estaba seguro que me recogería mi hoja, pero para mi sorpresa no lo hizo.

Me sudaban las manos, observé mi reloj, faltaban cinco minutos. Él seguía recogiendo hojas y tirándolas a la basura.

Lo interesante fue la reacción tan variada de los alumnos.

Recuerdo que uno de ellos, en cuanto el expositor le quitó su hoja, dijo en un tono muy molesto: “Pues si no le gusta como lo hago, entonces hágalo usted”, cruzó los brazos y desistió.

En algunos percibí vergüenza, otros lo tomaban con buen humor y reían divertidos. Algunos desistían y otros volvían a empezar.

Faltaban tres minutos para finalizar el tiempo cuando llegó junto a mí, me quitó mi hoja y me dijo que volviera a empezar.

“No, —dije para mis adentros— ya no alcanzo” y claudiqué.

Casi todos nos quedamos inmóviles esperando que concluyeran los quince minutos.

La excepción la hizo una joven quien nos dejó una gran lección.

Era la tercera vez que el expositor le recogía su hoja, faltaba solo un minuto para que concluyera el tiempo y ella volvió a empezar. Nunca se dio por vencida.

—¡Tiempo! —gritó el expositor— Por favor, muéstrenme sus dibujos.

No había necesidad de hacerlo, nuestras hojas estaban en blanco.

Cuando la chica alzó su hoja todo el salón estalló en risas. En realidad su dibujo no era una obra de arte pero se percibía en ella la alegría y la satisfacción del deber cumplido.

Ese día aprendí que es bueno tener objetivos en la vida, pero hay que estar conscientes de que habrá obstáculos que tendremos que sortear, por ejemplo, la actitud de quien califique nuestro trabajo, la presión del tiempo, los incidentes imprevistos, etcétera.

Pero lo importante es aprender a reponernos a la frustración que se siente no lograr las metas “a la primera” o como lo teníamos previsto. Levantarnos las veces que sean necesarias, después de cada caída. Perseverar en todos los ámbitos y hasta el último momento de nuestra vida.

Por eso, cuando algo me está costando trabajo y siento la tentación de claudicar, me acuerdo de la chica del avión y sigo adelante.

Fermín Felipe Olalde Balderas
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas

Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

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Lupita Vazquez Garcidueñas
Lupita Vazquez Garcidueñas
mayo 26, 2024 2:02 pm

Excelente Reflexión, y es algo con lo que vivimos día a día pero cuando sabemos lo que queremos y a donde vamos esto es solo un aprendizaje en el camino. No desistamos que la vida es corta y hay mucho por hacer y lograr. GRACIAS…

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