Una noche, mi familia y yo estábamos viendo la televisión en la sala de mi casa cuando empezó a llover muy fuerte.
De pronto, se fue la luz. La oscuridad envolvió la habitación donde estábamos cuyas dimensiones rondaban los veinte metros cuadrados. Si hiciera el cálculo a metros cúbicos, el área sería mayor. Mi esposa, previsora como siempre, ya tenía cerca una vela y unos cerillos.
Al encender la vela, observé que la flama si acaso medía tres o cinco centímetros.
Y entonces pensé: ¿Cómo es posible que una luz tan pequeña pueda sobresalir en un área de oscuridad tan grande? Luego recordé haber leído en alguna parte que, en el antiguo Egipto, tenían un sistema para reflejar y ampliar la luz a través de espejos.
Si a veces sintieras que en tu interior vives en medio de una gran oscuridad, te tengo una buena noticia: con una pequeña luz que dejes entrar, es suficiente para iluminar tu vida.
Y cuando lo hagas, saldrás al mundo exterior portando esa luz. Afuera, habrá también oscuridad: el temor al COVID-19, a la violencia e inseguridad que se vive en las calles, a la crisis económica, etcétera.
Pero esa pequeña luz que llevas dentro iluminará todo a tu paso, tú eres la vela que la porta o el espejo que la refleja. Pero entonces te preguntarás ¿Y quién es esa luz? Pues como dice Roberto Carlos en su canción: “Esa Luz, solo puede ser Jesús”.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

