Era como la una de la tarde de un día de verano del 2019 cuando Felipe estaba de pie, junto a otras personas, en la banqueta, frente al paso peatonal de una de las principales calles de la ciudad esperando que se detuvieran los vehículos para poder cruzar.
Cuando llegó el momento de hacerlo, se topó con un hombre que venía de frente a él, también cruzando la calle. El hombre lo miró pues le pareció conocido y le sonrió. Felipe lo reconoció inmediatamente, le sonrió también y cada uno siguió su camino.
Hace unos días Felipe se encontró en el facebook un video en el cual un padre de familia agredió y le quitó la vida al violador de su hija. En lugar de juzgarlo, lo comprendió. Y es que cuando una persona te daña o daña a alguno de tus seres queridos, se siente una ira tan grande que en ocasiones te hace perder la razón.
A Felipe le pasó un 11 de diciembre de 1990, cuando un conductor de autobús que iba en estado de ebriedad, provocó un accidente que mandó al hospital a él y a su familia.
Las afectaciones que se derivaron de ello fueron físicas, económicas, legales y emocionales pero lo más grave de todo fue que perdieron a sus dos niños que en ese tiempo estaban aún en el vientre de su madre.
Fue tanto el rencor que Felipe le guardó a la persona que ocasionó el accidente que tenía ganas de matarlo.
Pero el tiempo le ayudó a madurar y estando un día en su casa junto a su esposa vio por la televisión un reportaje de cómo el entonces Papa, ahora San Juan Pablo II, había acudido a la cárcel a perdonar al joven turco Mehmet Ali Agca quien el 13 de mayo de 1981 había intentado asesinarlo.
De pronto una voz en el interior de Felipe resonó de forma contundente “Ama a tu enemigo. Si amas solamente a quienes te aman ¿Qué mérito tienes?”
Eso lo cimbró, tuvo que salir a su jardín a tomar aire y después de muchos días de reflexión, decidió perdonar a quien le había hecho tanto daño. El efecto del perdón fue liberador porque sintió que se le quitaba un peso de encima.
De eso ya pasaron muchos años y hoy Felipe está consciente que esa persona, su hermano, cometió un error como lo pudo haber cometido él. Aunque aún recuerda el suceso, Felipe se siente feliz y tranquilo de haber dejado en las manos de Dios la justicia. Se siente tan en paz que tiene la capacidad de pasar caminando junto a ese hermano sin desear hacerle daño.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

