El jardinero y su hijo llegaron temprano a trabajar en el jardín de la señora Gómez. Tenían que cortar el césped, podar dos árboles y quitarle las hojas secas a la gran variedad de plantas que alegraban la casa.
Después de un rato, ambos se dieron un tiempo para tomar su almuerzo. Se sentaron en una banca de madera que se encontraba junto a un rosal y empezaron a platicar.
—Papá, no sé si sea el momento oportuno para comentarte una cosa.
—Adelante hijo, ¿qué me quieres decir?
—Es muy común que los chicos de mi edad sientan atracción por las chicas.
—Ya lo creo hijo ¿acaso hay alguna que te atrae?
—No papá —el joven hizo una pausa con un silencio profundo— lo que sucede es que siento una atracción por personas de mi mismo sexo.
El joven observó con detenimiento la reacción de su padre. El jardinero siguió degustando sus alimentos, asintió con la cabeza y dijo:
—Entiendo.
—¿No me vas a regañar por eso?
—Claro que no. No has hecho nada malo.
El joven suspiró aliviado. Sintió que se le quitó un peso de encima.
—Pensé que me ibas a mandar con un médico o con un psicólogo.
—¿Por qué haría algo así? —Contestó su padre sonriendo— no estás enfermo.
—Porque mucha gente piensa que ser como soy está mal. Me preocupa que por eso me dejes de querer.
Su padre asintió nuevamente con la cabeza, tomó un poco de agua y se limpió los labios con una servilleta. Se acercó al muchacho y sonriendo lo abrazó.
—Debes estar tranquilo hijo, eso no cambia nada mi amor por ti.
—No sabes cómo me tranquiliza escucharte papá y es que temo ser rechazado.
—Pues no dudo que haya gente que te pueda rechazar, pero yo no. No tengas miedo de lo que diga la gente y sigue adelante con tu vida.
—Papá, ¿crees me Dios me sigue amando?
—Claro que sí hijo, nunca lo dudes. Dios es como un jardinero, nosotros somos sus flores, cada uno de diferente forma y color, pero a todas nos cuida y no ama por igual.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

