Nos gusta ir en familia a ver los altares de muertos. Como no habíamos adoptado la tradición de colocar uno en casa, hice una lista de todas las personas fallecidas a las que me gustaría poner su retrato en el altar. Resultaron cuarenta. Mi mamá, nuestros dos hijos pequeños y mi papá son algunos de los que estarían presentes en el altar.
Entonces me pregunté ¿cómo es que he podido resistir el dolor que dejaron semejantes ausencias? Llegué a la conclusión de que me han ayudado cuatro cosas:
La convicción de que ellos están en un lugar mejor, porque no hay mejor lugar que con Dios.
La fe de que, al estar unidos a Él, me pueden escuchar y me acompañarán siempre.
La esperanza de que cuando me corresponda dar el paso hacia esa nueva vida, los volveré a ver, sanos y alegres.
Y por último, estoy consciente que debo valorar y disfrutar a quienes hoy están conmigo, porque no debemos olvidar que otra forma de honrar a los muertos es amando a los vivos.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

