Érase una vez una lavadora automática de ropa que estaba al servicio del hogar.
Trabajaba bajo diferentes funciones y programas, para lo cual su dueño clasificaba la ropa: la blanca, la de color, la delicada, la voluminosa, etcétera.
Era natural que en cada proceso de lavado el aparato realizara movimientos oscilatorios en su interior ya que combinados con el agua y el detergente daba como resultado que la ropa quedara limpia.
Algunas prendas se quejaban diciendo: ¿por qué tiene que ser así? ¿Cuál es la razón de someternos a semejante ajetreo? Y aunque no lo comprendían, la lavadora seguía realizando su función.
Haciendo una analogía, la lavadora es el mundo y nosotros las prendas.
A veces podemos sentir que los movimientos oscilatorios a los que somos sometidos en este mundo —es decir, los problemas, las adversidades— son bruscos y no quisiéramos que sucedieran, pero lo cierto es que son necesarios.
El Dueño conoce bien el programa que necesita aplicar para cada tipo de prenda y nosotros debemos confiar en que nada en este mundo es fruto del azar, todo forma parte de un proceso de limpieza interior.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.
Me encantó la analogía que haces de las funciones de una lavadora con lo que nos pasa en la vida real. Gracias Fer por contribuir con tus letras a que este mundo sea mejor.
Aprecio mucho tu comentario estimada Ceci y yo soy quien está agradecido contigo por haberte tomado el tiempo de leer mi publicación. Te mando un abrazo muy afectuoso.
Muy bonita analogía. Muchas gracias.
Me alegra que le haya gustado, le agradezco mucho su comentario y le deseo un excelente día.