Era su primer día como director de escuela y se organizó una reunión para presentarlo con todos los maestros.
Al finalizar el horario de clases, ya cuando todos se fueron, el director se acomodó en su sillón ejecutivo y sobre su escritorio se dedicó a revisar los expedientes de cada integrante del personal.
Hubo uno en especial que llamó su atención: El del conserje, un hombre cuya función era vigilar el acceso de entrada y salida al colegio, acomodar pupitres, hacer limpieza y algunos trabajos de mantenimiento.
En los siguientes días el director platicó con cada uno de los maestros para conocerlos un poco más y al final destinó un espacio para platicar con el conserje.
Cuando éste entró a la dirección, el director lo saludó de mano, le invitó a que se sentara y le ofreció una taza de café. El conserje aceptó. Era un señor de cincuenta y ocho años, alto, delgado, de pelo escaso y entrecano y de apariencia afable.
Entre las cosas que platicaron, el director le hizo una pregunta:
—Don Roberto —era su nombre— vi en su expediente que su último grado de estudios fue la preparatoria ¿es correcta esa información?
El hombre esbozó una sonrisa y respondió titubeante.
—Sssí señor director, es correcto y ojalá pueda creer lo que voy a decirle pero incluso estudié un semestre en la facultad de medicina.
El director casi se va de espaldas.
—¿Escuché bien? ¿En la facultad de medicina?
El hombre asintió con la cabeza.
—Cuénteme por favor, ¿por qué no siguió estudiando? ¿Por qué trabaja como conserje?
El hombre empezó a relatar mientras que el director se acomodaba en su sillón cruzando los brazos.
—Yo tenía diecinueve años de edad y recién había ingresado a la facultad de medicina cuando conocí a una muchacha y la invité a salir. Luego nos hicimos novios, nos enamoramos y nos entregarnos uno al otro. Al poco tiempo me dijo que estaba embarazada y a partir de ese momento toda nuestra vida cambió. Cuando sus padres se dieron cuenta…
Detuvo su relato por unos segundos y después de dar un suspiro continuó:
—…la corrieron de su casa. Fuimos a vivir a la casa de mis padres pero ellos me dijeron que yo tenía que hacerme responsable de mis actos.
El conserje se puso de pie, se acercó a la ventana y fijó su mirada hacia los abedules que se alcanzaban a ver a través del cristal.
—Solo nos dejaron vivir con ellos unos días. Fue una época muy difícil, busqué trabajo y solo encontré uno de obrero, nos fuimos a rentar un cuarto en una vecindad. Luego nació nuestro bebé, fue un niño. De ahí en adelante he trabajado en distintos lugares y aunque cuento con la preparatoria a veces se complica y termino aceptando por necesidad trabajos más sencillos como el que tengo hoy.
—Pues fue una decisión valiente la que tomaron usted y su esposa —exclamó el director mientras el conserje volvía a sentarse.
—No había de otra señor director, aunque mi sueño era llegar a ser médico, en ese momento era imposible realizarlo. Ella también tuvo que dejar a un lado sus sueños e ilusiones para atender a nuestra nueva familia.
—Entiendo.
—Nos casamos, mi niño creció. Tuvimos dos hijas más. Se me vino el tiempo encima señor. Hoy mi hijo mayor está por cumplir cuarenta años y mis hijas andan en los treintas, pero no me arrepiento. La satisfacción que tenemos es que a los tres se les inculcó la fe en Dios y son personas de bien. Imagínese, ya hasta tenemos tres nietos.
—Pues vaya que tiene usted una historia muy interesante.
—¿Usted lo cree?
—¡Claro!
—No crea, a veces me he sentido triste por no haber logrado éxito en mi vida.
—A ver, don Roberto, en ese aspecto no comparto su opinión. Yo pienso que usted ha tenido éxito en su vida.
—¿Como conserje de una escuela?
—Sí, pero principalmente como padre de familia.
El hombre se mantuvo en silencio, pensativo.
—Mire don Roberto, acabo de conocerlo y aún sin conocer a su esposa ya los admiro porque demostraron mucho valor.
—¿Valor?
—¡Claro! Se requiere valor para sacar adelante a una familia. Eso don Roberto, ¡es tener éxito!
—¿De verdad lo cree así señor?
—¡Claro! Lo que pasa es que en nuestra sociedad a veces se ha limitado el alcance del concepto “éxito”.
En ocasiones se piensa que es cuando logra tener dinero o un puesto muy alto en alguna empresa o un título universitario. Todo eso es de reconocerse pero yo creo que el éxito es algo más.
El conserje lo miraba sin parpadear.
—El éxito se puede encontrar en las cosas más sencillas de la vida, las que se dan de corazón. Usted amó a su esposa, a sus hijos y si ama también su trabajo, por sencillo que este sea, también eso es tener éxito.
Deben estar orgullosos porque su vida, a pesar de las dificultades, ha tenido sentido.
—Le agradezco mucho sus palabras, no lo había visto de esa manera.
—Al contrario don Roberto, le agradezco la confianza de compartirme su historia y créame que hoy he recibido una gran lección de vida.
—¿Una lección?¿De mí? ¿De un simple conserje?
—Sí, de usted, de un hombre verdadero.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.


Excelente reflexión… Gracias por compartir.
Muchas gracias a usted Lupita por tomarse el tiempo para leer y comentar esta publicación. Le mando un saludo muy afectuoso.