En una ocasión Jesús llegó a un pueblo de Samaria llamado Sicar, se sentó al borde de un pozo y le pidió agua a una mujer. Ella le dijo: “¿Cómo tú, que eres judío, me pides de beber a mí que soy Samaritana?”
Al leer este evangelio pudiera surgir la pregunta: ¿Por qué ella se extraña tanto de que un judío le haya pedido de beber?
Para responderla te voy a compartir un poco de información al respecto.
Empecemos por conocer cómo estaban divididas las regiones de Palestina en el tiempo de Jesús.
En la región norte se encontraba Galilea con algunas de sus ciudades como Nazaret, Caná o Cafarnaúm.
En el centro estaba Samaria. Esta región se extendía desde el mar mediterráneo hasta el valle del Jordán.
Y en el sur se encontraba Judea con algunas de sus ciudades como Jerusalén, Belén o Jericó.
Lo natural era que los judíos que pertenecían a Galilea y deseaban trasladarse a Judea, o viceversa, atravesaran la región de Samaria. Pero no, no deseaban hacerlo y mejor caminaban un poco más rodeando esa región al margen del rio Jordán.
¿Pero, por qué? Porque había muchas diferencias culturales y religiosas entre los samaritanos y los judíos.
Por ejemplo, para los samaritanos el santuario ubicado en el monte Gerizim era el único y verdadero lugar sagrado elegido por el Dios de Israel mientras que para los judíos era el Templo de Jerusalén.
Los judíos no aceptaban a los samaritanos pues creían que había en ellos una mezcla de diferentes culturas que los ponían en un plano similar a los “gentiles”, es decir, quienes no eran parte del pueblo elegido por Dios.
Jesús, conociendo bien esta enemistad entre los pueblos utilizó la parábola del Buen Samaritano para resaltar la caridad que tuvo un samaritano hacia un judío que había sido asaltado y golpeado por bandidos.
Otro de los evangelios narra que Jesús sanó a diez leprosos pero solo uno regresó para darle las gracias y para alabar a Dios, lo interesante es que ese hombre era samaritano.
Entonces Jesús se refiere a ellos para demostrarnos que a pesar de las diferencias culturales, políticas o religiosas que pudiéramos tener, todos debemos amarnos como hermanos y esa sigue siendo una enseñanza vigente hasta la fecha.
Hoy en día, en el ámbito político hay personas que han perdido la amistad por atacar o defender a un partido.
En el ámbito religioso, a veces hay enemistad entre creyentes y ateos o inclusive entre miembros de diferentes religiones.
No vayamos tan lejos, dentro de los integrantes de una misma familia puede haber diferencias que a veces afectan y deterioran la convivencia cotidiana.
Por eso, cada uno de nosotros somos los actuales samaritanos o judíos y Jesús nos invita a aceptar su mensaje de paz, por cierto, un mensaje muy actual.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

