—¿Ya conocía el puerto de Veracruz señor Fermín? —me preguntó Salvador con su típico acento costeño.
Chava era un compañero de trabajo a quien estimé mucho y él acudió como participante al curso de capacitación que fuimos a impartir.
—No Chavita, fíjate que ya había venido al estado de Veracruz, pero fue a Orizaba, aquí al puerto es mi primera vez.
—¿Y qué le parece?
—Maravilloso.
Cuando terminamos la jornada de capacitación fuimos a cenar al centro, en uno de los portales. Ocupamos una de las mesas que se encontraban al aire libre de un restaurant tradicional.
Frente a nuestra mesa, dos músicos tocaban la marimba. Quedé como hipnotizado pues me encanta el sonido de ese instrumento musical. De inmediato reconocí la melodía: Mi cafetal.
El clima estaba muy agradable, el ambiente era tranquilo. Yo estaba feliz compartiendo esos momentos con mis compañeros de trabajo.
Un vendedor se me acercó y me ofreció un abanico muy bonito.
—Son importados de España —me dijo.
Yo le recibí el abanico y lo empecé a revisar. Al ver sus colores alegres estaba seguro que le gustaría a mi esposa. Compré uno. Él me agradeció y se fue.
—Está muy bonito el abanico —me dijo mi jefa— le va a gustar mucho a tu esposa.
En ese momento se acercó uno de los músicos y nos preguntó si deseábamos que tocaran alguna canción en especial.
Mi muy querido amigo Aparicio les pidió que tocaran “Juguito de piña”. El músico asintió, regresó a donde estaba su marimba y empezaron a tocar la melodía. Algunas personas que se encontraban en la mesa contigua se levantaron a bailar.
Una señora que también vendía abanicos se nos acercó para ofrecer su producto y vi que eran iguales al que había comprado unos momentos antes.
—¿Dónde elaboran estos abanicos tan bonitos? —le pregunté.
—En puebla —respondió.
Mis compañeros, mi jefa y yo intercambiamos miradas y no pudimos evitar sonreír. El anterior vendedor nos había dicho que venían de España.
En lugar de sentirme engañado, me sentí orgulloso al saber que ese producto provenía de Puebla pues la calidad no le pedía nada a cualquier otro que viniera del extranjero.
Ese viaje a Veracruz lo disfruté mucho. No solo por haber probado el café lechero de “La Parroquia” ni por haber disfrutado del sonido de las marimbas, principalmente por la grata presencia de mis compañeros de trabajo que más que eso, fueron y siguen siendo grandes amigos.
Me retiré de la empresa en 2017 y a la mayoría de ellos los dejé de ver.
Cuando llegó la pandemia y tuvimos que resguardarnos en casa recibí la triste noticia de que mi compañero y buen amigo Chavita había fallecido.
Cada vez estoy más convencido de que debemos disfrutar los momentos al lado de las personas con las que nos toca convivir, sean familiares, compañeros de trabajo o amigos porque en esta vida solo estamos de paso, como ese día yo, en Veracruz.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.


Me conmovió está reflexión por el valor que aportan a nuestra vida las personas con quién coincidimos en algún momento. Saludos Sr Fermín le mando un abrazo
Me alegra que te haya gustado esta reflexión mi querido amigo Ramón. Tienes razón, hay muchas personas que aportan valor a nuestra vida y son auténticas bendiciones que hay que agradecer. La vida está formada por pequeños momentos que hay que disfrutar en los lugares y con las personas con las que nos toca convivir. Agradezco mucho que hayas leído y comentado esta publicación. Tengo un bonito recuerdo de ti, eres una excelente persona y siempre muy profesional en tu trabajo. Te mando un gran abrazo.