Ya había escuchado en varias ocasiones el himno de amor que se encuentra contenido en la Primera Carta del apóstol San Pablo a los Corintios pero nunca le había puesto tanta atención como ayer que mi esposa y yo acudimos a la misa de acción de gracias que se celebró por el 30 aniversario de matrimonio de nuestros queridos amigos Bety y Arturo.
Mientras el sacerdote iba leyéndoles cada frase yo iba saboreándolas como se saborea una buena comida.
La primera parte dice así:
“Si yo hablara todas las lenguas de los hombres y el lenguaje de los ángeles, si no tengo amor sería con un metal que suena o campana que retiñe.
Y aun cuando tuviera el don de la profecía y penetrase todos los misterios y poseyese todas las ciencias y tuviera toda la fe posible de manera que trasladase de una a otra parte los montes, si no tengo amor, soy nada.
Aun cuando yo distribuyese todos mis bienes para sustento de los pobres y entregara mi cuerpo en llamas, si me falta el amor, todo lo dicho no me sirve de nada”
En estos tres párrafos el apóstol pone en claro que lo trascendental no es solo realizar acciones aun y cuando éstas sean buenas o incluso espectaculares sino el amor con el que se realizan.
Ya lo decía San Juan de la Cruz: “Al atardecer de nuestra vida, seremos examinados en el amor”.
Por pequeñas que sean las cosas que hacemos cotidianamente, si las hacemos con amor, es un auténtico tesoro.
Y para quienes teníamos duda de qué características debe tener el amor para ser considerado como tal San Pablo continúa diciendo:
“El amor es comprensivo y servicial; el amor nada sabe de envidias, de jactancias, ni de orgullos. No es grosero, no es egoísta, no pierde los estribos, no es rencoroso. Lejos de alegrarse de la injusticia, encuentra su gozo en la verdad. Disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites. El amor nunca muere”.
Maravilloso ¿no? Pero claro que para todo eso debe existir disposición para vivir en Dios, porque Dios es amor.
Y finalmente menciona que llegará un momento en que dejarán de ocurrir varias cosas pero lo que permanecerán serán las virtudes teologales: La fe, la esperanza y el amor pero de ellas, la más grande es el amor.
Fue muy emotivo escuchar este mensaje en una ceremonia de aniversario de bodas pero si lo analizamos detenidamente es aplicable para todos los ámbitos de nuestra vida: el familiar, el laboral, el social.
Cuando salimos de misa me quedé muy reflexivo y preocupado pues debo reconocer que me falta mucho por aprender y principalmente por aplicar, porque finalmente eso que llamamos amor debe ser reflejado en el trato que tenemos hacia Dios, hacia nuestro prójimo y hacia nosotros mismos.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

