Hace unos días mi hija nos invitó, a mi esposa y a mí, a presenciar una conferencia en “La Casa de la Tierra” o “Tierra Nuestra”, un Centro de Educación Ambiental que se encuentra en Celaya, Guanajuato.
Entramos a un auditorio. Las luces estaban apagadas. Después de que mi vista se adaptó a la oscuridad calculé que en ese lugar podíamos caber unas cien personas. Las butacas estaban acomodadas en círculo. En el centro, colgaba una pantalla en forma circular.
Una joven integrante del personal de ese centro nos dio la bienvenida y nos guió en un recorrido virtual. Nos proyectaron imágenes satelitales, al parecer provenientes de la NASA, a través de las cuales pudimos ver nuestro sistema solar.
Conocimos de cerca los ocho planetas —Plutón ya no es considerado como tal— y pudimos ver en vivo y a todo color los elementos que los componen.
Y cuando pasaron las imágenes de nuestro planeta pudimos apreciar lo hermoso que es. Lleno de vida y de color. Se puede ver el azul de los océanos, el verde de los bosques y las zonas ocupadas por asentamientos humanos. Vimos la movilización de la gente en rutas de vuelo en cada continente, todo en tiempo real. Yo estaba asombrado.
Sin embargo, nos proyectó una imagen de cómo estaba la tierra hace cincuenta años y al compararla con la actual se ve cómo han disminuido notoriamente las zonas verdes, se han contaminado ríos y mares y se ha incrementado el calentamiento global.
Y lo más preocupante fue cuando nos mostró una proyección de cómo estaría nuestra tierra en el año 2100 si no hiciéramos cambios en nuestra forma de vivir. No quiero exagerar pero lo considero grave. Si no tomamos conciencia la gente que vivirá en esa época (posiblemente nuestros nietos y sus nietos), afrontarán temperaturas muy altas y escases de agua y de alimento entre otras cosas.
Ya lo empezamos a ver desde ahora. Recordé una noticia referente a la falta de agua que padecen nuestros paisanos en el Estado de Nuevo León.
El evento logró su objetivo, movió nuestra conciencia. Analizamos qué cosas podemos hacer desde ahora para contribuir a que nuestra casa, la Tierra, no se deteriore más. Cuidar el agua, las plantas, los árboles, evitar el uso de materiales que dañen la capa de ozono, evitar la contaminación en nuestras ciudades, ríos y playas y en general respetar la vida.
Me quedó claro que necesito reforzar el aspecto ecológico, ya tomamos conciencia, ahora el compromiso es hacerlo.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

