Un día llegó a nuestra casa Pepe acompañado de su esposa Carmelita. Maru mi esposa los recibió. Fueron a llevarnos el premio que obtuvimos por haber participado en una rifa a beneficio del templo: un perfume para caballero.
A ambos los conocíamos de vista pues eran personas del mismo barrio que nosotros, de nuestra misma generación y porque colaboraban en diferentes apostolados al servicio de la parroquia. Recuerdo a Pepe desde que él era parte del grupo juvenil en el Templo de la Cruz. Uno de sus hijos, Ricardo, formaba parte del grupo de danza prehispánica. Pepe y su hijo eran campaneros del Templo de San Francisco. En resumen, una familia ejemplar.
La semana pasada unos asesinos les dieron muerte en el interior de su casa e hirieron a un pequeño, nieto de Pepe. La noticia nos conmocionó y cuando supimos la fecha y hora en que sería su misa de cuerpo presente, acudimos a ella.
Fue en el Templo de San Francisco, uno de los más grandes de la ciudad. Se llenó. La ceremonia fue oficiada por varios sacerdotes. Nosotros pudimos encontrar lugar solo de pie casi hasta la parte final del templo y pude ver a diferentes personas derramando lágrimas, en silencio.
Los tres ataúdes de madera, escoltados por sus familiares más cercanos fueron recibidos por los sacerdotes y al entrar al templo, se empezó a escuchar el sonido de las trompetas de caracol, los tambores y el danzar de los concheros. Fue impresionante y muy emotivo.
En momentos me distraía de la misa planteándome una pregunta: ¿Por qué suceden estas cosas? Y sentía la tentación de echarle la culpa a Dios, porque Él pudo evitarlo, pero recordé lo que dijo Einstein: “Dios no creó el mal. El mal es el resultado de la ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos”, además, recordé una frase que dice: “Los tiempos de Dios son perfectos” y concluí que, independientemente de la forma en que murieron, estoy seguro que Dios escogió el mejor momento para llevarlos a su lado y disfrutar de su Presencia amorosa.
Concluí además que no solo es necesario sino urgente que cada persona influyamos en nuestro entorno social para promover diferentes valores, entre los cuales está el respeto a la vida, única forma de lograr un mundo más civilizado.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

