EL PODER DE “YO SOY”

El libro del Éxodo narra cómo Dios vio la tribulación de su pueblo en Egipto y le encomendó a Moisés que acudiera al faraón para pedirle su liberación. Al principio, Moisés se sintió incapaz de cumplir tal encomienda, sin embargo, Dios le aseguró que siempre estaría a su lado.

—Y bien —exclamó Moisés— yo les diré a los hijos de Israel que el Dios de vuestros padres me ha enviado, pero si me preguntan ¿Cuál es su nombre? ¿Qué les diré?

Le dijo Dios:

—YO SOY EL QUE SOY, lo que dirás a los hijos de Israel es: EL QUE ES me ha enviado a vosotros.
De esa forma tan sencilla, Dios reveló su nombre.

Ahora bien, hay varios pasajes en los evangelios en los cuales se devela que Jesús, además de ser hombre, es Dios.

Uno de ellos es cuando el apóstol Felipe le dice: “Señor, muéstranos al Padre”. Jesús le contesta: “¿Tanto tiempo he estado con ustedes y aún no me conocen? Felipe, si me ven a mí, ven al Padre”

Y otra prueba contundente es la manifestación que Jesús hace utilizando las palabras “YO SOY”, es decir, el nombre original de Dios:

“Antes que Abraham fuese, YO SOY”,
“YO SOY el pan de vida…”
“YO SOY el camino, la verdad y la vida…”
“YO SOY la resurrección y la vida…”
“YO SOY la vid verdadera…”
“YO SOY la luz del mundo…”

Con esas dos sencillas palabras, todo el tiempo Jesús estuvo diciéndoles que Él era Dios y si quieres ver una pequeña muestra del poder que tienen esas dos palabras puedes leer el pasaje del evangelio cuando Jesús es aprehendido en el huerto de los olivos. Cuando llegaron a buscarlo Él les preguntó:
—¿A quién buscáis?
—A Jesús de Nazaret —contestaron ellos.
—YO SOY —contestó Él y cuando les dijo eso, retrocedieron y cayeron en tierra.

¿Y sabes qué es lo maravilloso de todo esto? Que Él nos ama y tiene el poder de resolver cualquier cosa que puedas estar sufriendo o necesitando, pero para eso hay que tener confianza en su poder y creer que, si Él lo ve conveniente, nos lo concederá.