Había una vez un hombre que se caracterizaba por ayudar, de diferentes formas, a las personas, sin embargo, tenía un pequeño defecto: presumía sus buenas acciones.
Cierta noche soñó que se moría y que llegaba a las puertas del cielo. “No creo que haya problema para que yo entre” pensó, “en mi vida ayudé a mucha gente”, pero el ángel que se encontraba en la puerta le explicó que no podía dejarlo entrar si antes no se purificaba de una imperfección que manchaba su alma.
—¿Una imperfección? —preguntó el hombre— ¿cuál es?
—Robo —contestó el ángel.
—No puede ser, en mi vida yo nunca le robé a nadie.
—Sí, lo hiciste.
—¿A quién?
—A Dios.
—¿A Dios? Pero, ¿de qué forma?
—Cuando tu ayudabas a la gente te atribuías el mérito, te gustaba que te agradecieran, que te honraran y que todos vieran tus buenas acciones y dijeran “que buena persona es” y todo eso no te pertenecía.
—¿Entonces a quién pertenecía?
—Todo el honor y toda la gloria le pertenece solo a Dios y la tomaste para ti.
—Pero entonces ¿cómo se supone que debí haber actuado?
—Cuando la gente se sienta agradecida contigo por un “favor” que le hiciste debes decirle “las gracias son para Dios, yo solo fui un medio que Él utilizó”, porque esa es la verdad y cuando la gente te quiera alabar y honrar debes endosarle ese honor y esa gloria a Dios. Mucha gente te dirá que es falsa modestia, pero se llama humildad.
—Por eso, cuando des a los necesitados, no lo anuncies al son de trompeta para que la gente te rinda homenaje porque si fuera así entonces ya habrás recibido tu recompensa. Cuando hagas una cosa buena, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha”.
—Déjame contarte algo —continuó el ángel— un día un hombre se dirigió a Jesús de Nazaret diciéndole: “Maestro bueno…” pero Jesús le dijo: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios”. Imagínate, si Él no aceptó ese calificativo, ¿crees que tú lo debes aceptar? Sigue realizando buenas acciones ya que el mismo Jesús dijo: “Ustedes son la luz del mundo. Brille así vuestra luz ante los hombres de manera que vean vuestras buenas obras…” pero….
—“…al ver vuestras buenas obras glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” —completó el hombre.
—Exacto —afirmó el ángel con una sonrisa de satisfacción.
Cuando el hombre despertó de su sueño no solo se propuso continuar haciendo el bien, estaba decidido a hacerlo con mucho más entusiasmo, pero sin quitarle a Dios lo que por derecho le pertenece.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

