—“Cuando le dije al niño que Dios era su Padre, su rostro se transformó, se llenó de miedo —comentó en una reunión a la cual asistí, una persona que había trabajado por muchos años como misionero con los “niños y niñas de la calle” en el Distrito Federal— y es que la imagen que esos niños tenían respecto a su padre terrenal era muy diferente a la que tenemos el común de la gente. Hay que comprender que a muchos de ellos su padre los abandonó, en otros casos, eran golpeados e incluso abusados sexualmente”
Cuando salí de la reunión me sentí afortunado y orgulloso de mi papá terrenal, porque, aunque él pudo haber tenido sus errores y defectos, al menos nunca me faltó su buen ejemplo y protección.
Si a ti, amigo(a), te tocó la fortuna de tener un papá bueno y cariñoso, te felicito y te tengo una buena noticia: tu Padre, Dios, es un millón de veces más bueno que tu papá.
Pero si, por el contrario, tuviste la mala fortuna de tener un papá que te abandonó o que de alguna forma te dañó, yo diría que trataras de liberarte de cualquier sentimiento de rencor hacia él, porque eso te perjudica más a ti que a él y lo mejor es seguir el ejemplo de Jesús a quien lastimaron hasta la muerte pero que en medio de su sufrimiento hizo una oración liberadora diciendo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Tienes la decisión de romper con esos patrones de comportamiento que tal vez vienen de tus generaciones predecesoras y crear una nueva cultura de amor y cuidado hacia tus hijos.
Y nunca olvides que tu verdadero Padre, Dios, conoce tu historia, sabe lo que piensas y lo que sientes, te acepta tal como eres, te ama tanto y de tal manera que no alcanzarías a comprenderlo, te protege sin que muchas veces te des cuenta y lo más importante es que nunca te abandonará, por eso es que hoy te invito a que le digamos:
¡Felicidades Padre!
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

