No puedo dejar de admirar la generosidad de la naturaleza. Nosotros solo le damos un poco de tierra, cariño y agua y ella nos regala una flor.
Azucena es una de las hermosas flores que alegran nuestro jardín. En esta primavera creció bastante a la sombra de su gran amigo el Tabachín. No tiene una voz como la nuestra pero cada día nos habla del gran amor que Dios tiene hacia nosotros. Su presencia es un ejemplo a seguir. Es alegre y cuando la veo, parece que le está agradeciendo a Dios por el maravilloso don de la vida. ¿Sabes cuánto dura su vida como flor? Muy poco, solo algunos días, pero en ese tiempo nos regala una vista maravillosa. Ya lo dijo Jesús: “…ni Salomón en medio de toda su gloria se vistió con tanto primor…”
Y cuando termina su ciclo de vida, tomamos con mucho cariño y respeto su frágil cuerpecito y lo colocamos en la misma maceta para que vuelva a la tierra, su lugar de origen y al poco tiempo vuelve a aparecer, cada vez mas hermosa, mas radiante y con una alegría tal que me inspira a vivir.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

