Una fresca mañana del mes de abril, Hjiady, uno de los jóvenes nativos habitantes del pueblo otomí Nat-tah-hí llegó remando en balsa a través del rio Déhje. Los mezquites y abedules le hacían caravana al pasar. Su gran amigo el viento lo escoltaba al caminar por la tierra llana. Ese día tenía un significado especial pues se presentaría en la casa de la hermosa Hjítzi para solicitar su mano ya que deseaban formar una familia. Cuando llegó a la entrada de la choza ya lo esperaba Nzzoya, el padre de la novia, quien lo invitó a pasar, se sentaron en el piso de tierra alrededor de una fogata donde ya se tenía preparado un caldo de cocido y aguamiel.
Algo que llamó la atención del joven fue que, además de la familia de su prometida, estaba presente Mähjkime, la anciana del pueblo.
Una vez que terminaron de charlar y degustar tan deliciosa comida, llegó el momento esperado en el que Hjiady, se puso de pie e hizo la petición formal de su novia. Nzzoya juntó ambas manos en señal de aprobación y con una sonrisa paternal le pidió al joven que le permitiera a la anciana del pueblo darle un mensaje nupcial. El joven no tuvo inconveniente y sonriendo se sentó disponiéndose a escucharla.
Mähjkime cerró sus ojos, juntó sus manos, hizo un cántico tribal y después de dar un suspiro empezó a hablar en su lengua nativa:
—Esta unión es como una balsa en la que ambos realizarán un gran viaje…
—Su destino, sus sueños e ilusiones tienen que ser establecidos de común acuerdo…
—Al principio, ambos remarán alegremente, mirándose el uno al otro con gran amor. Las aguas estarán calmadas, cristalinas…
—Pero no siempre será así, en el momento menos esperado, su balsa será azotada por vientos fuertes y las aguas se volverán turbulentas…
—En ese caso, aunque el miedo los invada, recuerden que es su balsa, no la suelten, luchen por ella…
—Si en algún momento uno de ustedes estuviera imposibilitado para remar, que se mantenga arriba de la balsa mientras que el otro rema o se baja a empujar para seguir avanzando porque llegará otro momento en que será a la inversa…
—Por muy fuertes que sean los vientos, nunca se den por vencidos, ni dejen de avanzar. Recuerden que el esfuerzo y el sacrificio siempre será recompensado pero la recompensa y la satisfacción deben sentirla ambos…
—También recuerden que en su camino tendrán diferencias, no les extrañe, afróntenlas a través del diálogo y la comprensión…
—Aunque vean otras balsas que viajan de forma más rápida o más lenta, no se comparen, ustedes establezcan su propio ritmo…
—No se dejen seducir por otras balsas más bonitas, la grandeza y la belleza de su balsa la hacen ustedes…
—Y nunca olviden que los dioses les acompañarán en su camino.”
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

