LA TEMPESTAD CALMADA

Ese día el sol estaba radiante y el cielo despejado. Eran como las once de la mañana cuando nos subimos a la lancha que nos llevaría a dar un paseo hasta la isla de La Roqueta, pero antes de llegar allá veríamos a través del piso de cristal la imagen de la Virgen de los Mares.

Poco después de las cuatro de la tarde, el cielo se empezó a nublar y se sintió un viento que venía del este. Ante la amenaza de lluvia, nuestro guía nos recomendó que subiéramos a la lancha y regresáramos a la costa. Así lo hicimos, pero justo cuando íbamos atravesando el mar, el viento arreció y empezó a llover. El movimiento de las olas hacía que la lancha se meciera fuertemente de un lado a otro.

Ahí me di cuenta de lo imponente que es la naturaleza. A pesar de que en realidad no era una tempestad, sentí miedo, pero tanto mi esposa como yo teníamos que reflejar tranquilidad para no asustar a los niños. Gracias a Dios llegamos con bien a la orilla.

Ese incidente me hizo reflexionar sobre el pasaje bíblico en el cual narra el momento en que los discípulos y Jesús cruzaban en una barca el Mar de Galilea. Ellos, asustados, despiertan al Maestro por la tempestad que azota su barca. Comprendí, al menos un poco, el miedo que sintieron por lo imponente del viento y el mar y me dejó impresionado la tranquilidad con la que el Maestro actuó y el poder que tuvo para ordenarle a la naturaleza que se calmara.

Después les dijo a sus discípulos: «¿Por qué tienen miedo? ¿Acaso no tienen fe?». Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?

¿Qué tempestad es la que estás viviendo hoy? ¿Estás enfrentando un problema de salud? ¿La pérdida de un ser querido? ¿La falta de trabajo? Te tengo una buena noticia: cualquier tempestad que estés sufriendo, por muy dura que sea, Él la puede calmar porque va contigo en la misma barca. No te asustes, solo ten fe y no te separes de Él y verás que llegará un momento en que esa tempestad se calmará.

“…Pues solo Él es quien puede conocer tu vida,

Y comprender lo que te pasa,

Pues solo Él y nadie más que Él

Es quien puede detener al tiempo

Y a la tempestad que hunde tu barca”.