Imagina que un padre de familia asiste a un curso de superación personal en el cual uno de los conceptos que aprendió fue a expresar su amor por su familia y cuando llega a su casa reúne a su esposa y a sus hijos y les dice:
—Los amo, ustedes son lo más importante para mí.
Sin embargo, a las primeras de cambio, los ofende, los agrede y no cumple con sus deberes de padre.
Ese caso nos lleva a reflexionar ¿Qué es más importante, decir que los amas o demostrarlo? Las dos cosas son importantes, pero lo es más, demostrarlo.
Bueno, pues algo similar nos pasa con Dios. Si bien es importante realizar prácticas religiosas, saber de memoria citas bíblicas y decirle que lo amamos, el verdadero amor se lo demostraremos amando a nuestros semejantes. Y es importante resaltar que el término “semejantes” no solo incluye a nuestra familia, a nuestros amigos o a quienes nos aman. El reto es amar a quien nos han ofendido o dañado, a aquella persona a la que le caemos mal o nos cae mal, a ese vecino molesto o a ese político detestable.
Dice una cita bíblica: “Si alguno dice que ama a Dios, pero odia a su hermano es un mentiroso, porque si no ama a su hermano a quien ve ¿cómo va a amar a Dios a quien no ve? El que ame a Dios ame también a su hermano”.
Pienso que amar al enemigo no significa que lo tengas que ir a abrazar y besar o a exponerte a que te vuelva a dañar. Amarlo es liberarte de todo sentimiento de odio hacia esa persona, como una ofrenda de amor a Dios.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

