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Hace unos días me encontré a un gran amigo y me platicó que como a las cinco de la mañana un grupo de seis sujetos forzaron la puerta y entraron a su casa. A él y a su familia los amagaron y les robaron sus pertenencias. Gracias a Dios, no les hicieron daño, pero el susto nadie se los quita.

Me conmocionó tanto la noticia que todo ese día estuve pensativo. Cuando por la noche llegué a casa, no podía dormir, seguía pensando en eso y cualquier ruido me sobresaltaba. Luego, dormitando un poco soñé que me senté a la orilla de la cama y que de pronto Dios se sentó junto a mí.

—¿No puedes dormir? —me preguntó.
—No.
—¿Estas preocupado?
—No solo preocupado —contesté— asustado, enojado.
—¿Ah sí? ¿Enojado con quién?
—Con esos delincuentes que robaron a mi amigo.
—¿Solo con ellos?

Él sabía bien mi respuesta. Y es que mi enojo era también con Dios. Me miró comprensivamente y me dijo:
—Adelante, cuéntame, desahógate.
—No creo que sea necesario que te cuente lo que pasó. Tú lo sabes todo.

Me regaló una sonrisa como si quisiera que yo continuara hablando.

—Es que no entiendo —empecé— ¿Por qué dejas que sucedan esas cosas? Mira, si yo veo que uno de mis hijos quiere hacerle daño a otro, te aseguro que lo impediría. Y si yo pienso así que soy humano e imperfecto ¿No crees que con mayor razón Tú que eres perfecto? Porque sé que tienes el poder suficiente para impedir la maldad.

Él asintió, sonrió y cruzó su brazo sobre mis hombros.

—“Voy a tratar de explicarte —exclamó— pero antes de hacerlo, me gustaría dejar claro lo siguiente: Que Yo soy bueno, que los amo y que todo lo que sucede en el mundo —incluso lo malo— tiene un objetivo.

Partiendo de esas premisas te comento que efectivamente, cuando tus hermanos a los que llamas delincuentes planearon y decidieron robar a tu amigo, yo tenía conocimiento de ello y lo protegí no permitiendo que dañaran su persona ni la de su familia.

Tal vez te sirva saber que cuando decidí crear el ser humano, lo hice con tanto amor que le di algo que se llama “libre albedrío”, que es la libertad para actuar bien o mal. Los amo tanto, que respeto sus decisiones y sus acciones.

Todos los seres humanos cometen errores, desaciertos, pecados. Pero aun así respeto lo que cada quien decida hacer porque, así como las buenas acciones forman parte de una condición humana, las malas también.

Es algo que no te debe extrañar mientras estés en este mundo ya que el maligno también hace su trabajo y ejerce su influencia para que las personas actúen mal.

Ahora bien, todo lo que sucede en este mundo, bueno o malo, tiene un objetivo, sirve para algo”

Lo miré sin entender. Él sonrió y continuó explicando con paciencia.

—“Yo sé lo que cada uno necesita. Si tú quisieras comprenderlo necesitarías conocer el interior de cada persona. Te voy a poner un ejemplo, supongamos que a una persona la roban o la asaltan, puede ser que ese incidente le sirva para valorar su vida, a su familia, para ser más precavida, para volverse más humilde, para despojarse del amor por las cosas materiales, para purificarse o para que regrese conmigo debido a que se encontraba alejado de Mí. Solo por mencionar algunos “por qué”. Y esto solo se puede entender a la luz de la confianza de que Yo Soy Bueno y los amo. No soy un Dios indiferente o simple espectador de lo que ocurre en el mundo, porque muchas veces, sin que ustedes se den cuenta, yo los he librado de muchos peligros”

Cuando escuché eso, sucedió algo extraño, sentí una claridad de entendimiento que no tuve más argumentos de réplica.

—Ah y una última cosa —exclamó— es importante que sepas que cuando alguien hace daño a otras personas, la vida la cobra la factura. A veces me lo atribuyen a mí diciendo que yo los castigo, pero no es así, es una ley natural de causa y efecto. Te portas mal, te va mal, aunque de momento y aparentemente “te hayas salido con la tuya”.

—Yo solo espero —le dije— que un día llegué a sentir un amor tan grande como el tuyo para perdonar a quienes me hagan daño.
Él se acercó a mí, me abrazó y sentí algo tan maravilloso que es imposible describirlo con palabras. Luego me dijo:

—Con mi ayuda, lo lograrás.

Y fue cuando pude dormir en paz.

Fermín Felipe Olalde Balderas
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas

Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

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