—¿Cómo ves Fer? —Me dijo Doña Chelo— fui al médico porque traigo problemas con mi riñón y me prohibió tomar refresco. No me imagino comerme unas enchiladas o un pozole sin mi Coca.
Sonreí. Mi mente se transportó hasta los años sesenta, en la primera etapa de mi niñez. Mi familia y yo estamos alrededor de la mesa, comiendo y acompañando los alimentos con agua pura, de la llave.
Y es que, en ese tiempo, no había dinero para comprar refresco. Cuando crecí empecé a trabajar y ya traía dinero para comprarme todo el refresco que quisiera, sin embargo, me quedé habituado a tomar agua. Hoy en día, no se me dificulta comerme unas enchiladas o un pozole con unos buenos vasos de agua pura.
Pero puedo comprender a Doña Chelo porque hace unos años el médico me prohibió el consumo excesivo de sal y mi reacción fue como la de ella: “No me puedo imaginar una comida sin sal”, pero me armé de valor y lo hice, hoy ya no es un problema, mi paladar se acostumbró.
Tristemente he escuchado a mucha gente decir: “¿Para qué me cuido? Al fin y al cabo, de algo me tengo que morir”. Yo pienso que no nos merecemos eso. Si aún no tenemos una enfermedad, nos conviene cuidarnos para continuar sanos. Y si ya la tenemos, nos merecemos cuidarnos para mantenerla bajo control, porque efectivamente, al final nos moriremos de algo, pero si podemos lograr vivir el mayor tiempo posible y no morir de una forma tan dramática, mejor.
Pienso que si tomamos conciencia y cada persona cuidamos nuestra salud, estamos amándonos a nosotros mismos, a nuestras familias y a nuestra patria.
Author: Fermín Felipe Olalde Balderas
Escritor, autor de los libros y de las reflexiones publicadas en este portal.

